Beato Luis Variara
Luis Variara nació en Viarigi en la provincia de Asti el 15 de enero de 1875 en una familia profundamente cristiana. Su padre Pedro había escuchado a Don Bosco en 1856 cuando éste fue al pueblo a predicar una misión. Decidió llevar a Luis a Valdocco para continuar allí sus estudios. El Santo murió cuatro meses después. Pero lo que Luis aprendió de él fue suficiente para dejar en él una marca para toda la vida. Cuando finalizó sus estudios secundarios, solicitó ser Salesiano. Entró al noviciado el 17 de agosto de 1891.
Variara hizo sus estudios de filosofía en Valsalice, donde conoció a Andrés Beltrami. Se quedó impresionado por la alegría con que Beltrami enfrentó los sufrimientos de su enfermedad. En 1894 el Padre Unia -el famoso misionero de los leprosos en Agua de Dios- fue a Valsalice a elegir un clérigo que pudiera encargarse de los jóvenes leprosos.
Fijando su vista en Variara, entre los otros 188 que tenían la misma intención, él dijo: “Este es mío”. Luis llegó a Agua de Dios el 6 de agosto de 1894. La misión contaba con 2000 personas, de las cuales 800 eran leprosos.
No bien llegó, se convirtió en la vida y alma de los que allí vivían, especialmente los niños. Organizó una banda, y alegró la vida de la gente con fiestas sorpresivas. En 1895, el Padre Unia murió y Luis quedó solo con el Padre Crippa. En 1898 fue ordenado sacerdote. Se convirtió en un excelente director espiritual.
En 1905 terminó de construir el Jardín de Infantes “Padre Unia”, un lugar donde se podían albergar hasta 150 huérfanos y leprosos, y garantizarles que pudieran aprender algo con lo que ganarse la vida y ayudarlos en el futuro a insertarse en la sociedad. En Agua de Dios las Hermanas de la Providencia habían creado la Asociación de Hijas de María, un grupo de unas 200 niñas. Él era su confesor. Identificó a algunas en el grupo que estaban llamadas a la vida religiosa.
Así nació un valiente proyecto –algo único en la Iglesia- un Instituto al que se le permitiera aceptar el ingreso de aquéllos que tuvieran lepra. Inspirado por la espiritualidad del Padre Beltrami, desarrolló el carisma Salesiano de sacrificio y fundó la Congregación de “Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María”, que hoy cuenta con 600 mujeres religiosas.
Sufrió mucho en el momento de la fundación por la falta de comprensión de la gente y de algunos superiores quienes muchas veces pensaron que él debía ser removido de Agua de Dios. Como Don Bosco, fue un ejemplo de obediencia. Aún enfrentado a la calumnia no dijo nada. Era creíble porque era obediente. Don Rua lo animaba desde Turín.
Murió lejos de sus queridos leprosos, por imperio de la obediencia. Ahora descansa en Agua de Dios, en la capilla donde se encuentran las Hermanas. Juan Pablo II lo beatificó el 14 de abril de 2002.
Declarado Venerable el 2 de abril de 1993 y beatificado el 14 de abril de 2002 por Juan Pablo II